Con la pandemia de coronavirus causando estragos en los mercados laborales de todo el mundo, las Naciones Unidas piden una respuesta global proporcionada a la magnitud de la crisis, mientras que los países implementan medidas de emergencia para estimular la economía y apoyar los medios de vida.

COVID-19 ha alterado la vida de miles de millones de personas y ha puesto en peligro la economía mundial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha anunciado una recesión global, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica que para el segundo trimestre de 2020 se habrán perdido a nivel mundial un número de horas de trabajo equivalentes a las de 195 millones de trabajadores a tiempo completo. Y para finales de año, se habrán perdido salarios por valor de 3,4 billones de dólares. Los confinamientos, totales o parciales, afectan a casi 2700 millones de trabajadores, lo que representa alrededor del 81 por ciento de la población activa mundial.

Como resultado, las empresas de muchos sectores económicos se enfrentan a pérdidas catastróficas, que amenazan su solvencia, mientras que millones de trabajadores podrían ser despedidos. El impacto en las actividades generadoras de ingresos es especialmente severo para los trabajadores desprotegidos y los grupos más vulnerables de la economía informal.

El balance final de empleos perdidos en 2020 dependerá principalmente de la evolución de la pandemia y de las medidas tomadas para mitigar sus efectos. Tal como están las cosas, el número de desempleados en el mundo a finales de 2020 podría ser significativamente mayor que las estimaciones iniciales cifradas en 25 millones, según la OIT.

“La crisis ha sacado al descubierto el enorme déficit de trabajo decente que aún prevalece en 2020 y la vulnerabilidad de millones de trabajadores cuando se produce una crisis” – Director General de la OIT

“La crisis ha sacado al descubierto el enorme déficit de trabajo decente que aún prevalece en 2020 y la vulnerabilidad de millones de trabajadores cuando se produce una crisis”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder, en una declaración escrita presentada en las Reuniones de Primavera del FMI y Banco Mundial el 17 de abril.

El turismo se encuentra entre los sectores más afectados. A principios de abril, el 96 por ciento de los destinos turísticos en el mundo están bajo restricciones de viaje debido a la pandemia.

“El COVID-19 ha afectado a los viajes y al turismo como ningún otro evento en la historia”, dijo Zurab Pololikashvili, Secretario General de la Organización Mundial del Turismo (OMT).”Con el turismo suspendido, los beneficios del sector se ven amenazados: se podrían perder millones de empleos, y el progreso logrado en los campos de la igualdad y el crecimiento económico sostenible podría retroceder.”

Pololikashvili pidió a los Gobiernos que revisen continuamente las restricciones de viaje y las alivien o cancelen tan pronto como sea posible.

Propuestas de la OIT

El Director General de la OIT ha presentado un plan de respuesta, entorno a cuatro pilares, con medidas para hacer frente a la crisis generada por el COVID-19, que tiene como foco principal a las personas y se basa en la solidaridad mundial.

Primeramente, estimular la economía y la demanda de mano de obra utilizando las herramientas fiscales y monetarias disponibles y el alivio de la deuda. La inversión pública en los sistemas sanitarios sería doblemente efectiva, como una contribución crucial para vencer la pandemia y crear empleos decentes.

En segundo lugar, asistir de manera inmediata a las empresas, preservar los empleos y ayudar a que se mantengan los ingresos. En este contexto, Ryder destacó la necesidad específica de invertir en medidas de protección social, que ayuden a mitigar los peores efectos de la crisis a la vez que actúan como estabilizadores económicos.

En tercer lugar, garantizar una protección adecuada a todos aquellos que continúan trabajando durante la crisis. Eso requiere garantías de seguridad y salud en el lugar de trabajo; arreglos laborales debidamente diseñados, como el teletrabajo; y la baja remunerada por enfermedad.

Por último, hacer pleno uso del diálogo social entre los Gobiernos y las organizaciones de trabajadores y empresarios, que históricamente ha generado soluciones efectivas, prácticas y equitativas para el tipo de desafíos al que se enfrenta el mercado laboral.

Respuestas de los países

Las Naciones Unidas han pedido una respuesta multilateral a gran escala, coordinada e integral con al menos el 10 por ciento del producto interior bruto (PIB) mundial. En todo el mundo, los Gobiernos han anunciado medidas para amortiguar el impacto socioeconómico del COVID-19.

Estados Unidos, a finales de marzo, aprobó un plan de 2,2 billones de dólares en asignaciones adicionales, el tercer y mayor paquete de estímulo económico aprobado por el Congreso para enfrentar la crisis. Otorga casi 350 millones de dólares en préstamos parcialmente condonables a empresas pequeñas y organizaciones sin ánimo de lucro de menos de 500 empleados. Por su parte, la Reserva Federal de los Estados Unidos bajó las tasas de interés a cero y anunció que compraría al menos 700 mil millones en valores gubernamentales y relacionados con hipotecas. Japón ha aprobado un plan por valor de un billón de dólares, equivalente al 20 por ciento de su PIB, para salvar vidas y proteger los medios de subsistencia, y avanzar hacia la recuperación económica postcrisis. El paquete incluye pagos en efectivo a hogares, y a pequeñas y medianas empresas.

En China, las medidas incluyen el apoyo a las empresas de material sanitario, transporte y suministros básicos, así como medidas fiscales integrales para empresas, individuos y organizaciones sociales.

En Francia, ha revisado el plan de emergencia, que ha alcanzado los 110 mil millones de euros, aproximadamente 5 por ciento del PIB del país.

El Reino Unido ha otorgado préstamos y garantías de 330 mil millones de libras a las empresas, lo que equivale al 15 por ciento de su PIB.

En Brasil, el Banco Central puso a disposición 1200 millones de reales para aumentar la liquidez del sistema financiero, equivalente al 16,7 por ciento del PIB.

Nigeria ha creado una línea de crédito de unos 140 millones de dólares para apoyar a los hogares y las pequeñas y medianas empresas que han sido particularmente afectadas por el COVID-19, que incluye el sector de la hostelería, proveedores de servicios a aerolíneas y servicios de atención médica.

El Secretario General de la ONU ha pedido a los países más ricos que diseñen políticas fiscales y monetarias para asegurar que la carga no recaiga en los países que menos pueden soportarla.

En Nepal, donde hasta el momento se han confirmado oficialmente 16 casos de COVID-19, el equipo de las Naciones Unidas ha lanzado un plan de preparación y respuesta nacional, por valor de 38 millones de dólares, destinado a la ayuda humanitaria e intervenciones iniciales esenciales de recuperación social y económica.

El equipo de la ONU también está trabajando en la recuperación de la crisis a corto y largo plazo para mitigar el impacto de la cuarentena, que incluye el apoyo a los medios de subsistencia y el retorno de los migrantes. Por su parte, las instituciones financieras internacionales han presentado sus planes de apoyo a Nepal, con 29 millones de dólares en préstamos bajo condiciones muy favorables del Banco Mundial, 20 millones del Banco Asiático de Desarrollo y 113 millones de la línea de crédito del Fondo Monetario Internacional.

Difícil equilibrio

Con algunos países ya considerando la reducción de las restricciones, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirma que levantar las medidas demasiado rápido podría conducir a un resurgimiento del COVID-19 con consecuencias fatales.

La OMS colabora con los países definiendo estrategias para la relajación de las medidas, de manera segura y gradual, y recomienda que se cumplan las condiciones siguientes. Primero, y ante todo, el contagio debe estar controlado. También, que se cuente con suficientes servicios de salud pública y médicos, con el riesgo de rebrote minimizado en entornos especiales, tales como los centros de asistencia de largo plazo. Además, deben existir medidas preventivas en los lugares de trabajo, las escuelas y otros espacios esenciales donde se agrupa gente. También es crucial que gestionen los riesgos de la importación. Y por último, que las comunidades sean plenamente conscientes y participen en la transición.

“Cada persona desempeña un papel para poner fin a esta pandemia”, dijo Tedros.

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