*Las plagas, dijo Jesús García Ávila, son un gran riesgo porque afectan la sanidad, la comercialización y provocan grandes pérdidas.
Ahora que gran parte de la atención está centrada en combatir el virus que causa la enfermedad de COVID-19, Jesús García Ávila, doctorado por la Universidad Autónoma de Chapingo, llamó a no olvidar la importancia que tiene la sanidad en los cultivos agrícolas, para no abrirle la puerta del país a las plagas.
En videoconferencia, el experto en estos temas destacó que proteger la salud vegetal ayuda a eliminar el hambre, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente y estimular el desarrollo económico. Además, conforme aumenta la población en el mundo, cada vez se vuelve más necesario incrementar la producción de alimentos.
Las plantas, dijo, contribuyen con el 90 por ciento de los alimentos, proporcionando además cerca del 98% del oxígeno. Por eso, Naciones Unidas decretó a este 2020 como el año internacional de la sanidad vegetal para sensibilizar sobre su importancia, toda vez que las plagas afectan más del 40% de cultivos en el mundo; “en México hemos constatado que una plaga puede ser devastadora, con afectaciones por miles y miles de dólares”.
Recordó que el 9 de julio de 1900 se fundó la comisión de parasitología en México, hace 120 años. Dicho organismo nació con el propósito de proteger los recursos vegetales contra la propagación o introducción de plagas y para preservar la seguridad alimentaria, la biodiversidad y facilitar el comercio.
Las plagas, dijo, son un gran riesgo porque afectan la sanidad, la comercialización y provocan grandes pérdidas. En estos momento, México tiene más de 37 plagas activas, de las cuáles se prioriza cuáles son las que tienen que ser atendidas y confinadas para evitar su dispersión; “cuando la plaga ya está presente hay que evitar que se disperse, como ocurre con el HLB o la cochinilla rosada, que se enfrentan con diversas campañas para confinarlas, mantener los estatus fitosanitarios y cumplir con los tratados comerciales”.
Su conferencia, “La Fitosanidad ante los efectos del Covid19 en México”, formó parte de los festejos por el 80 aniversario de la Universidad de Colima y de la primera semana digital organizada por la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias.
En su charla, dirigida a estudiantes, docentes e interesados en el tema, García Ávila dijo que actualmente desde el Centro Nacional de Referencia Fitosanitaria (CNRF) se está
enfrentando el reto en cuanto a sanidad, en presencia de una contingencia sanitaria como la de COVID-19. Con la llegada de la pandemia, esta dependencia enfrenta el mismo trabajo, pero con menos personal. Sigue operando porque de otra manera los costos de una plaga serían muy altos; “tenemos plagas que no pueden esperar, como el Mal de Panamá o la Raza 4 Tropical. En México importamos mucha semilla y tiene que hacerse el diagnóstico. Los productores continúan sembrando y debemos detectar las plagas en laboratorio, de lo contrario sería abrir las puertas a las plagas”.
La verificación se realiza a través de las Oficinas de Inspección de Sanidad (OISA), ubicadas en puertos, aeropuertos y fronteras; sin embargo, dijo, es un hecho que se deben adquirir nuevos hábitos y una nueva cultura laboral, “pues operamos a un 50%”.
En México, informó, existen 32 comités de sanidad vegetal y 206 juntas locales que atienden a nivel nacional; además, se sigue trabajando en la producción de insectos para el control biológico y liberarlos después para mantener al país libre de plagas como la Mosca del Mediterráneo, cuyo último brote ocurrió en Colima, en el municipio de Manzanillo; “ya se erradicó, pero debemos sigue con el control. Por cada peso invertido en la prevención, se tiene una ganancia de 102 pesos; entonces, no podemos descuidarnos”.
En esta contingencia por COVID-19, dijo, “no podemos parar, porque si una plaga se establece se afectarían los empleos y el suministro de alimentos”.
Por último, García Ávila señaló que los retos actuales son acoplarse con el personal para dar seguimiento a trampas, aplicaciones y adquirir nuevos hábitos, una nueva cultura laboral para manejar el comportamiento de las plagas, donde además también tienen que ver factores como el cambio climático; “hay seguimiento de algunas plagas como el gusano cogollero, que antes se manejaba fácilmente por el productor pero ahora hay brotes debido a que han cambiado las condiciones ambientales, hay más temperatura, o bien una mayor o menor precipitación. Son años atípicos y ésos son los efectos”.