*Su charla fue parte de los festejos por el 40 aniversario de la Facultad de Letras yComunicación de la Universidad de Colima.
Esta semana, como parte de los festejos por el 40 aniversario de la Facultad de
Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, el poeta, narrador, ensayista, cuentista e investigador Rogelio Guedea ofreció la charla “Consejos prácticos sobre el oficio de escribir”, en la que a la usanza clásica ofreció diez consejo que le han servido a lo largo de más de treinta años para escribir su obra.
El primer consejo de su decálogo es: “no leas nada que no te guste simplemente
porque el consenso dice que es bueno y tienes que leerlo. Sólo lee aquello que te produceun placer tal que no puedes dejar de leerlo, aunque sean obras que gozan de mala reputación. Eso sí, no dejes de leer ni un solo día”.
En el segundo aconseja que “cuando leas, no te dejes envolver por el tema sino por
la manera en que las palabras lo evocan. No importa lo que se cuenta, sino cómo se cuenta.
El tono lo es todo, por eso las experiencias de tu vida deben ser la base de una obra, no la obra literaria”.
En el tercer consejo dice que “cualquie cosa que quieras decir, se puede decir de una
sola manera. El trabajo real es encontrar cuál es esa mejor forma: la poesía, el cuento, la novela, la crónica o el ensayo. La realidad impone la forma”.
Cuando escribas, asegura en su cuarta recomendación, “libérate de todo prejuicio
moral, aunque escribas sobre dilemas morales. En la buena literatura no hay temas
prohibidos. La buena literatura es la vida misma y todo cabe en ella. No evites temas por el hecho de que puedes ofender a tu familia o amigos”.
Para el quinto, haciendo alusión a su esposa, dice que “el mejor lector o lectora de
tus inéditos es la persona que más te ama. Si no te ama, no le des a leer tus escritos”.
La sexta recomendación es que “salvo dios y tus seres más queridos, nada es más
importante que tu obra literaria. Todo debe girar en torno a ella: viajes, trabajo, tu vida
cotidiana. Quítate la idea de que escribir es un pasatiempo que puedes hacer los fines de
semana, un día sí y otro no, cuando tomas vacaciones o te jubiles. Salvo raras excepciones, las grandes obras se escribieron entre los 25 y los 45 años. Debes escribir todos los días del año, porque la escritura es una función vital, como comer, dormir, respirar o ir al baño”.
El séptimo consejo es “vieve sanamente, porque aunque hay casos excepcionales,
no se puede escribir desde la enfermedad. No te drogues, no fumes, aliméntate bien, haz ejercicio, duerme a tus horas y ten una vida emocional y sentimental sin sobresaltos, lo más posible”.
En la octava recomendación afirma que “si quieres encontrarte a ti mismo sal de tu
aldea, escribe desde otro lugar, toma distancia, y si no puedes salir de tu aldea hazte
extranjero en tu propia ciudad. Es la única forma de evitar caer en las garras del
convencionalismo. La verdadera literatura es enemiga del lugar común. Escribir es estar en una permanente fuga de tu zona de confort”.
Para el noveno pide “escribir de lo que sabes, lo que eres y lo que deseas; lo demás
es artificio y en lo artificial no hay verdad ni originalidad. La única voz que debes escuchar es la que llevas dentro de ti”.
Por último, aconseja que “no te rindas nunca. El oficio de escribir es una carrera de
resistencia; no te desanimes aunque lo tengas todo en contra y ten fe en lo que haces,
aunque nadie crea en ti. Sólo el que persevera tiene la posibilidad de ganar, y aunque
perdieras, esto es, aunque nadie quisiera publicarte ni leerte, el sólo hecho de hacer lo que amas es ya en sí mismo tu victoria”.