*Para la ahora egresada de Psicología, María Fernanda Enríquez, tras estos cursos sí se
da un cambio en el discurso de los hombres, pero no en la práctica, y esto podría resultar
peligroso.
¿El comportamiento machista y misógino podría cambiar si se toman cursos o
talleres con perspectiva de género? Bajo esta premisa, María Fernanda Enríquez Valencia,
estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima, realizó una
investigación comparando dos grupos de estudio como parte de sus tesis de titulación
“Machitos de oficina”.
La idea con esta investigación, dijo en entrevista, es identificar cómo se construye la
masculinidad de los hombres que estudian psicología, así como contrastar la influencia que
tiene dicha construcción en aquellos que cursaron la materia optativa “Introducción a la
perspectiva de género” y aquellos que no.
La masculinidad de los varones que estudian esta carrera, dijo Fernanda Enríquez,
tiene una fuerte carga social, porque se sigue asociando a que es sólo para mujeres, ya que los hombres deberían de estudiar carreras como ingeniería, “de lo contrario les dicen
homosexuales, que son femeninos y que solo falta que se pinten los labios; algunos de ellos se cuestionan si está bien estudiar esta carrera o incluso piensan en renunciar”.
Con el concepto “Machito de oficina”, dijo Enríquez Valencia, “no busco ofender al
hombre de psicología; de hecho, en los grupos de discusión surgió esta descripción. Los
mismos estudiantes dicen que los varones que no estudian psicología tienen ese estereotipo, de que los futuros psicólogos hombres van a parecer viejas. Con ello no sólo buscan ofender al hombre, sino también va implícita una violencia simbólica hacia las mujeres”.
Esta carga cultural social, comentó la egresada, aunada a las mismas instituciones
que han influido en construir esta masculinidad hegemónica, pone en conflicto el cambio
porque, por una parte, luego de tomar dicha materia cambian su discurso, entienden la
perspectiva de género e incluso la comparten con otros hombres, pero cuando lo hacen
reciben burlas de los demás hombres; entonces, dijo, sólo comparten esta información, pero su comportamiento no cambia.
“Lo que encontré al comparar los dos grupos de estudios, es que quienes sí tomaron
la materia optativa ‘Introducción a la perspectiva de género’ tuvieron un cambio en su
discurso; aprendieron a diferenciar conceptos en su vida cotidiana, como sexualidad,
expresión o identidad de género; se cuestionan y reflexionan, sobre todo lo que hacen otros varones, pero eso no significa que cambien de prácticas. De hecho, los otros varones no identifican que quienes tomaron la materia hayan cambiado. Dicen que sus compañeros
siguen siendo igual de machistas; lo que sí identifican es que tienen otros conocimientos y
que tratan de debatir en las clases sobre ellos”.
“Hace falta -continuó- que critiquen las propias prácticas machistas que ejercen,
porque en el discurso muestran una especie de nueva masculinidad, algo que puede resultar peligroso, ya que tienen el discurso de nueva masculinidad, pero realmente siguen siendo machistas”.
El hecho de que los estudiantes comiencen a cuestionarse, comentó, es un gran
paso, pero aún se tiene que caminar mucho, incluso desde la propia facultad, pues desde su perspectiva, la psicología ha mostrado resistencia a evolucionar, aunque esta materia
optativa es, dijo, un pequeño avance en la perspectiva de género.
Finalmente, compartió,“no podemos pedirle a una materia, que es optativa, que se
toma durante un semestre por tres horas a la semana, y que puede ser o no elegida, que
logre un cambio de prácticas. Lo que sí podríamos pedir es algún cambio en el currículum
de la carrera, que la materia sea obligatoria o que se hagan los ajustes necesarios para poder lograr grandes cambios, no sólo en el discurso, sino en la práctica. También podríamos plantear que más profesores se involucren y que no sea sólo una materia propia de la facultad, sino de otras facultades”.