Objetivo: conocer su estado y contemplar el beneficio que podría representar para las comunidades a través de su piel y carne.
María Cruz Rivera y Sergio Aguilar Olguín, académicos de la Facultad de Ciencias
Biológicas y Agropecuarias (FCBA) del campus Tecomán de la Universidad de Colima,
participarán en el proyecto “Implementación del Programa de Monitoreo del Cocodrilo de
Río en la Región de Coordinación MXRC7 Pacífico Norte: Sinaloa, Nayarit, Jalisco y
Colima [Temporada 2021]”.
En entrevista, Sergio Aguilar Olguín dijo que en este proyecto participan también
las universidades de Guadalajara y la Autónoma de Sinaloa, así como las siguientes
unidades de manejo: Cocodrilario La Manzanilla (Jalisco), Cocodrilario Kiekari (Nayarit),
Reptilario Cipactli (Jalisco) y el Centro Ecológico de Cuyutlán.
Este proyecto, continuó, “tiene la finalidad de continuar con los monitoreos de estos
ejemplares para que puedan tomarse decisiones adecuadas sobre el manejo de las
poblaciones de cocodrilos a nivel nacional”.
En lo que respecta a Colima, dijo que se estudiarán el Estero Palo Verde, la Laguna
de Amela, el Vaso III de la Laguna de Cuyutlán y el Vaso IV de la Laguna de Cuyutlán;
“recorremos la orilla de cada cuerpo de agua en una embarcación con motor fuera de borda; utilizando linternas, observamos los ojos de los cocodrilos; entonces, cada par nos indica su presencia. Así podemos contabilizarlos”.
Una vez realizado el conteo, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de
la Biodiversidad (CONABIO), agregó, “analizará los datos para conocer el estado de las
poblaciones silvestres y, con base en esta información, nosotros propondremos estrategias
de manejo que impliquen el aprovechamiento de la especie de manera sustentable”.
Actualmente, agregó, “el cocodrilo de río es una especie sujeta a protección especial
en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-2010. Esta categoría de protección incluye a las
especies que podrían encontrarse amenazadas por factores que inciden negativamente en su viabilidad, como la pérdida de hábitat o la cacería”.
Por lo tanto, argumentó, “el estudio poblacional que se realiza en México nos
ayudará a saber si la especie debería salir o no de esta categoría de protección para
aprovechar su piel y su carne, teniendo un beneficio directo en las comunidades de
pescadores, ejidos o cualquier grupo organizado que viva cerca de estas lagunas”.
Por último, mencionó que el proyecto comenzó en junio y termina el próximo
noviembre en su primera etapa: “Llevamos un 50 por ciento de avance del proyecto, aún
nos falta visitar la Laguna de Amela y el Vaso III de la Laguna de Cuyutlán”.