La costumbre de cortar escenas o motivos ornamentales en papel, es una actividad realizada días previos al Día de Muertos.
Pero el papel picado, va más allá de un simple adorno para la ofrenda dedicada a los fieles difuntos. En los altares tradicionales se representaban a los dioses de la tierra, la lluvia, el agua, la agricultura y el Mictlán, mediante figurillas recortadas en papel amate. En la actualidad ha sido sustituida por coloridos manteles de papel picado (papel de seda recortado) con motivos alegóricos a la muerte y los muertos.
De representar a los dioses se ha pasado a representar a los difuntos. En el texto “El papel picado mexicano”, César García señala que las antiguas civilizaciones mesoamericanas hacían frecuente uso del papel en las ceremonias, ya fueran de carácter religioso o un ritual.
“Según el Códice Mendocino, en los últimos años del Imperio Azteca, el tributo recibido en el papel de amate sumaba 48 mil hojas”.
Este material, entre otras cosas, servía para dibujar y para registrar la historia de los dioses y héroes, para adornos de las piras funerarias, para confeccionar los atavíos de las imágenes sagradas y para elaborar adornos litúrgicos de papel (amatetehuitl), goteados de ulli (hule) derretido.
Las dos obras confirman que el papel picado es una antigua artesanía mexicana que viene desde los aztecas y que ahora es utilizada en esta festividad, en las fiestas patrias y ocasiones especiales como bodas y quince años. El poblado San Salvador Huixcolotla, en el estado de Puebla, es conocido por ser la cuna del papel picado en México.
Actualmente, el papel picado no sólo le da color a la ofrenda, sino que representa el aire, uno de los cuatro elementos que debe estar presente en cualquier ofrenda. Cada papel picado tiene diferentes colores, los cuales se fueron adaptando y modificando hasta nuestros días. El color naranja representa luto, el azul refiere a los difuntos que tuvieron una muerte relacionada con el agua, el rojo es para los guerreros o mujeres que fallecieron durante el parto, el verde es para los jóvenes, el blanco para los niños, el amarillo para los ancianos y el negro simboliza al inframundo.
Investigación:
Marco Antonio Olguín Sánchez.

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