*“La inflación se focaliza en la canasta básica y los energéticos; estos productos empujan
la tasa de inflación hacia arriba por diversos factores: la pandemia, el conflicto bélico
entre Rusia y Ucrania y la expectativa de los mercados”: Roberto Maldonado.
El incremento en los precios de la canasta básica y otros productos en el país no
cede; de hecho, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer hace
unos días que la inflación se disparó al 7.88 por ciento, la cifra más alta desde el 2001. Sin
embargo, ¿qué ocasiona este incremento de los precios?, ¿es un problema sólo de México?
De acuerdo con Roberto Maldonado Gutiérrez, académico de la Facultad de Economía, es
un fenómeno mundial y se debe a diversas causas.
“Debemos entender que la inflación es el incremento porcentual en los precios de
los bienes y servicios que se comercializan en una economía; se calcula con base en un
indicador de precios que generan el INEGI y el Banco de México (Banxico) para la canasta
básica, energéticos, educación y vivienda, entre otros”, explicó.
Actualmente, continuó el economista, “la inflación se focaliza en la canasta básica y
los energéticos; estos productos empujan la tasa de inflación hacia arriba por diversos
factores: la pandemia, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y la expectativa de los
mercados”.
“La economía a nivel global está interconectada; esto es, lo que suceda en cierta
región tendrá repercusiones en otra. La pandemia rompió la cadena de suministros
generando un desajuste e impactando en los precios de alimentos durante 2020 y más en
2021; además, este año tenemos un factor importante, que es el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que ha generado un repunte”, agregó.
Explicó que esto último se debe a que Rusia es un importante productor de granos,
fertilizantes, petróleo, gas y gasolina, entre otros, mientras que Ucrania es de los principales productores de granos en el mundo, lo que impacta con la producción de alimentos en el resto del planeta y genera un efecto en cadena. El precio de los energéticos ascendió, no se exportan fertilizantes y esto genera incrementos en los precios. No sólo aumentaron los costos de producción, sino que también disminuyó el rendimiento por hectárea debido a la escasez de fertilizantes a esto se suman las adecuaciones que hacen países como China, que exporta fertilizantes, y la India, que produce granos: “Ambos cerraron sus fronteras y limitaron sus exportaciones para asegurar su mercado interno; si sumamos estos factores, ya tenemos un grave problema a escala mundial que se traslada a otros bienes alimenticios”.
Aseguró que si el conflicto entre Rusia y Ucrania no se hubiera dado, “tal vez
habrían ocurrido ajustes de mercado y se tendrían incrementos por encima de la inflación
general, pero no en estos niveles exorbitantes, de arriba del 30 por ciento”. Otro factor
importante, que también puede incidir en la inflación, continuó, “son las expectativas de los
mercados; es decir, si éstos creen que seguirán subiendo los precios esperan, si es posible,
más tiempo para venderlos más caros, pero al retener el producto para aprovecharlo en un
futuro, incrementan la carestía de éste y generan que el precio suba en ese mismo momento, no el mes que entra”.
Roberto Maldonado comentó que esta situación es mundial; sin embargo, a cada
país le corresponde hacer algo para tratar de mitigar los efectos; “el país que tome medidas más acertadas será el que tenga efectos menos dolorosos para su economía y al que se equivoque le irá fatal. Por ejemplo, Argentina tiene tasas arriba del 50 por ciento de
inflación y Venezuela de hasta de 2 mil 700 por ciento, esto indica que no están
preparados”.
De acuerdo con el economista, la inflación de enero a la fecha en México ha sido de
poco más del 3.5 por ciento; “parece poco, pero al ver la inflación desglosada por producto
en el mismo periodo vemos, por ejemplo, que la carne de res ha tenido incrementos de
hasta el 90 por ciento, el pescado por arriba del 35, y otros como la carne de cerdo, lácteos, vegetales, huevo, harinas, pan y aceite comestible tienen incrementos superiores al 15 por ciento, por lo que vemos dónde están las subidas más preocupantes”.
De hecho, la Profeco dio a conocer que el incremento en el costo de la canasta
básica de primera necesidad, en lo que va del año, ha sido superior al 30 por ciento; “por
eso la gente está sintiendo fuertemente la inflación en el bolsillo”. ¿Qué hace México para
hacerle frente a esta situación? Dijo que la medida normal que se adopta en el mundo consiste en aumentar la tasa de interés en los bancos centrales, en este caso el Banco de
México.
“Esta estrategia hace más costoso el dinero, porque incrementa las tasas de interés
en general, como en tarjetas de crédito, créditos hipotecarios, automotrices y empresariales; al hacerlo hay menos consumo y menor presión sobre los precios de los productos y, por lo tanto, menos inflación”, explicó.
Sin embargo, comentó, “lo anterior también genera un impacto negativo porque los
proyectos de inversión productiva como los agrícolas, de infraestructura, vivienda y demás,
se posponen debido a que las tasas de interés para los créditos aumentan; no obstante, los
bancos centrales toman estas decisiones porque consideran que a pesar de todo hay un
efecto a favor de la contención de la inflación, y deciden así sacrificar el crecimiento
económico”, enunció.
“Desde mi punto de vista como economista, votaría en contra del aumento en las
tasas de interés en este momento, porque la inflación no está en todos los bienes que
consumimos (ropa, zapatos, entretenimiento, servicios educativos o de salud); este tipo de
bienes y servicios tienen una tasa de inflación por debajo del promedio, lo preocupante está en los alimentos y energéticos, pues la gente no dejará de consumirlos sólo porque la tasa de interés sube”, opinó.
En materia de energéticos, el gobierno de México ha contenido mejor la inflación,
pues la gasolina y el diesel mantienen un subsidio o estímulo fiscal que ha sido costoso; “si
no fuera así, el precio de la gasolina estaría arriba de los 32 pesos y, por ende, el resto de
los productos serían todavía más caros por el efecto en su distribución”, explicó.
De acuerdo con el académico, desde antes del 2020 se habían prendido algunos
focos rojos sobre el precio de los alimentos, pues aumentaban por encima del índice
general; “desde entonces sabíamos que teníamos que voltear a ver al campo”, enfatizó. Para el profesor, México tiene un problema muy focalizado y que debe resolverse incentivando la producción del campo.
“La situación que estamos viviendo no es sólo coyuntural, sino que ya tenía varios
años colocándose por encima de la inflación general; entonces, hay que inyectarle más
recursos productivos al campo y hacerlo con una estrategia bien definida para el corto,
mediano y largo plazo. Con esto lograremos no sólo mitigar el problema inflacionario, sino
también atender el problema de falta de crecimiento y más aún el de la pobreza, que como
ya sabemos, es en el campo donde presenta sus niveles más críticos”. Sin embargo,
lamentó, “la Secretaría de Agricultura trae un presupuesto menor que hace cuatro años y
mucho menor de lo que ejercía en el sexenio anterior”.
“Los ciudadanos debemos estar más informados de los precios, buscar sustitutos,
generar estrategias que nos permitan comprar más barato, por volumen si fuera posible, y
reducir las mermas y desperdicios de alimentos que, según las estadísticas, suelen ser
considerables”, recomendó.
Por último, dijo que lo anterior se debe a que no se sabe cuándo bajará la inflación o
si escalará a una espiral inflacionaria; “hay temores de una recesión económica en Estados
Unidos, lo que por supuesto sería peor, ya que lastimaría aún más a nuestra economía”.