Este 13 de mayo se cumplieron 81 años en que México y Colima entraron a la II Guerra Mundial, al conmemorarse un aniversario más de que un submarino alemán hundiera al petrolero mexicano “Potrero del Llano”.
En ese lamentable hecho murió el marino villalvarense Enrique Andrade Díaz, quien se desempeñaba como radio-operador del barco mexicano.
El navío petrolero mexicano “Potrero del Llano” fue torpedeado por el submarino alemán U-564, comandado por el teniente Reinhard Suhren.
Dicho barco se había construido en Inglaterra en 1912 y tuvo diversas denominaciones antes de “Potrero del Llano”, en reconocimiento a uno de los lugares más productivos en petróleo del estado de Veracruz.
Fue interceptado en las costas de Florida y navegaba con dirección norte; todas sus luces iban encendidas, lo cual permitía vislumbrar la Bandera Nacional.
A pesar de ello y de que ostentaba claramente el nombre del país, el capitán del submarino alemán manifestó haber creído que se trataba de un buque italiano, pues vio los colores de la bandera, pero no el escudo mexicano.
El saldo del ataque fue de 14 marinos muertos, entre ellos Enrique Andrade, de los 35 que conformaban la tripulación.
El acontecimiento fue determinante en la participación que tendría México en la Segunda Guerra Mundial, ya que a raíz de esto y del hundimiento del navío “Faja de Oro” –ocurrido nueve días después-, nuestro país modificó su política de neutralidad.
La consecuencia directa de esos dos hechos tuvo lugar el 28 de mayo de 1942, cuando el presidente de la República, general Manuel Ávila Camacho declaró la guerra contra los países del Eje (Alemania, Italia y Japón).
Lo que escribió Taibo II
En “Retornamos como sombras”, Paco Ignacio Taibo II recreó así el hundimiento de este barco que zarpó el 13 de mayo de 1942 de los muelles de Tampico con destino a un puerto de los Estados Unidos.
“En las primeras horas de la noche el Potrero del Llano cruzaba las aguas de la costa de Florida en rumbo a Miami con cuarenta y seis mil barriles de petróleo. El capitán Gabriel Cruz estaba inquieto porque en las últimas semanas los submarinos alemanes habían estado danzando por el Caribe, entrando y saliendo de puertos de colonias inglesas hundiendo mercantes, pero aun así decidió navegar de noche con las luces encendidas para que se viera clarita la bandera mexicana que traía pintada a babor y a estribor”.
“Casi a las doce de la noche, faltarían cinco minutos, el teniente Richard Suhren, al mando del submarino alemán U-564, identificó en el periscopio la bandera mexicana del barco que había detectado en la distancia diez minutos antes y, siguiendo las instrucciones que había recibido diecisiete horas antes de Puerto de Perlas, dio la orden de fuego. Las órdenes, confirmadas por Berlín horas más tarde, anulaban las previas respecto a la neutralidad de los barcos de bandera mexicana y urgían la cacería de un petrolero que podría encontrarse al noreste de Veracruz rumbo a puerto norteamericano. Cuatro submarinos que actuaban en ese cuadrante del Golfo, el U-237 del comandante Walter, el U-511, el U-171, de Pfef, y el U-126 del capitán Ernst Bauer, estaban en la misma tarea que el capitán del U-564.
“Suhren esperó apretando los dientes y conteniendo la respiración, como si sus actos alteraran la dirección del proyectil. Un solo torpedo impactó en el centro del petrolero mexicano. El incendio se produjo casi de inmediato. Varios de los marinos debieron haber muerto en esos primeros instantes. El barco abierto en dos no se hundía, pero las llamas invadieron la cubierta. Uno de los marineros, al intentar lanzar una lancha de salvamento al mar, murió víctima de los golpes, varios ardieron en el barco o en el océano; parecía que todos se iban a freír vivos, pero asiéndose a tablones y salvavidas de corcho, una parte de la tripulación logró alejarse de la gigantesca antorcha. Catorce de los treinta y seis tripulantes del Potrero de Llano murieron en esos primeros momentos”.
La tripulación del “Potrero del Llano” estaba conformada por elementos de la Armada Nacional y por trabajadores de Petróleos Mexicanos, todos al mando -como lo consigna Taibo líneas atrás– del teniente Gabriel Cruz Díaz.
El buque fue atacado “al sur de Miami, cerca del faro Fowey Rocks, aproximadamente a 45 kilómetros de la costa estadounidense”. Su casco fue impactado con severidad por un torpedo, exactamente a las 23 horas con 35 minutos.
De los elementos de la Armada Nacional murieron el teniente de navío, C.G. Gabriel Cruz Díaz, el teniente de fragata C.G. Rafael Castelán Orta y el primer maestre R.T. Enrique Andrade Díaz, sobreviviendo tan sólo el teniente de navío IMN Jorge Mancisidor Gales. Las otras once víctimas fueron trabajadores de Petróleos Mexicanos.
Ciudadano distinguido
Luego de su muerte, Enrique Andrade Díaz fue declarado ciudadano distinguido en Villa de Alvarez; y una escuela primaria ubicada en la calle Juan Escutia 15, en dicho municipio, lleva su nombre.
La II Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945.
En él se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo, incluidas todas las grandes potencias, alineadas en dos alianzas militares opuestas: los Aliados y las Potencias del Eje. Fue la mayor contienda bélica de la Historia, con más de 100 millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo armamentístico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares.
Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto y el uso por primera y última vez de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial fue el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad,1 con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas.
Con información de agencias.

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